Por: Luis Córdova
Los que han militado en partidos políticos saben, que en sus filas existen iconos, personas a las que por su edad o aportes en la construcción de la organización o el discurso, todos de alguna manera les deben respeto.
La Comisión Organizadora de la recién pasada convención ordinaria reformista, estuvo presidida por Máximo Castro Silverio, el decano de los diputados dominicanos y que además es y ha sido uno de los reformistas más referenciales en lo que él mismo denomina “la carpintería política”.
Por ese respeto fue consenso y por eso también, lo que dijo y también hizo, no ha despertado ni resquemor ni alevosos discursos contra un proceso que terminó bien, muy a pesar de todos los diagnósticos en contra.
Nada del otro mundo: dos planchas se sometieron y una recibió el respaldo de la mayoría.
¿Quién determinó la mayoría?
Vamos por paso:
A todos los presentes con capacidad para votar se les requirió la cédula en dos ocasiones; primero para verificar la lista del PRSC y confirmar su cargo, es decir si era miembro de la Comisión Política por votos o si porque ocupaba algún cargo electivo. Se firmaba el original de la lista y se pasaba al siguiente proceso.
De nuevo se presentaba la cédula ante los técnicos de la Junta Central Electoral, quienes imprimían la constancia de su membrecía oficial y entonces se pasaba al salón.
Con este proceso se estableció el quórum. Y resulta que desde Roma, la aclamación es un método de legitimación para la consulta popular.
La pulcritud del proceso tuvo como corolario que quien presidía la otra plancha se integró a la gestión juramentado por el mismo Máximo Castro en la posición de vicepresidente.
Quienes piden videos para confirmar las manitas levantadas, no hacen sino perder el precioso tiempo que bien pudieran emplear en recuperar los recursos que invirtieron en la causa perdida.
Algunos sabiondos, apóstoles de la comunicación, dicen no entender. Recurren a la dolosa práctica de dar sus suposiciones como si se trataran de hechos ciertos.
Fallaron las proyecciones. Las cosas les salieron bien. Hay que reconocerlo.
¿Les seguirán saliendo así? Nadie lo sabe. Lo que todos sabemos es que de ahora en adelante deben tragarse el ego y aprender que no hay espacio para recelos, ni arrogancias, la única misión de lo que queda es multiplicarse y ese milagro lo hizo Jesús hace mucho tiempo.
Máximo entonces contará otros números y volverán a equivocarse quienes apostaron al fracaso.
Hay que reconocer que hasta a Delfos, en alguna ocasión, también le falló el oráculo.