Por: Miguel Ángel Cid Cid
Los ciudadanos están pendientes de las acciones del gobierno. El apoyo crececada vez que las principales instancias toman medidas relevantes para el país. Nose entiende, entonces, por qué titubear para tomar decisiones en asuntossecundarios.
La autoridad de un gobierno se forja a golpe de coherencia entre el decir y elhacer. No importa que el gobierno anuncie la construcción de grandes obras entodo el país. No importa que anuncie la solución a problemas urgentes del pueblo.No importa que la dirigencia completa del partido sea nombrada en el trengubernamental y con ella arrastre a los compañeros de la base. Lo que importa esque la cabeza del gobierno tenga un discurso sostenible y coherente, que ofrezcaconfianza, estabilidad.
La confianza hacia el gobierno depende de que tan firme sea éste en susdecisiones. Y la estabilidad resulta de poner los oídos en el corazón del pueblo.
El gobierno del PRM cuenta con el apoyo del empresariado, del poder mediático,entre otros poderes. Eso quiere decir que el licenciado Luis Abinader goza deautoridad para tomar las decisiones requeridas para enfrentar las dificultades quehoy se presentan.
La autoridad ganada en buena lid debe estar sustentada en hechos. Si lasdecisiones se asumen, o se precipitan en base a informaciones confusas y sinfundamento, el gobierno se verá obligado a recular. Veamos.
Desde el inicio el gobierno del licenciado Abinader muestra con claridad sudisposición de cortar la corrupción por lo sano, es decir, empezando por casa, porsus propios allegados. Se entiende que romper con las tradiciones es y seguirásiendo difícil. La mala costumbre de condenar a los de enfrente y hacerse de lavista gorda con los míos es práctica tan vieja como la humanidad.
Consciente de la dificultad, el mandatario ha suspendido o pedido la renuncia alos funcionarios involucrados en casos de corrupción, dentro del gobierno. Lafirmeza del Presidente no tiene referente en la historia política reciente en el país.
Por ejemplo: Kimberly Taveras, exministra de la Juventud, tenía relacionescercanas al presidente, pero fue la primera que se vio involucrada en hechos decorrupción. Es el mismo jefe de Estado que le solicita a su amiga la renuncia delministerio, como en efecto ocurrió.
¿Alguien recuerda el escándalo de las jeringuillas compradas a sobreprecio enPromese Cal? El exdiputado Robinson Días y el Dr. Plutarco Arias, director dePromese Cal y ministro de Salud Pública respectivamente, eran los principalesseñalados por el hecho. El licenciado Abinader Corona obligó al primero arenunciar y destituyó sin contemplaciones al segundo.
El conflicto más reciente se produjo en la Lotería Nacional. En un sorteotransmitido por televisión programaron con antelación que el número 13 saldríacomo el primer premio. Las trampas fueron descubiertas. Por poquito la culpa sequeda en un pobre ciego y una joven comunicadora con habilidades de maga.Pero lo mucho hasta Dios lo ve. Hoy el director de la institución, Luis MaisishellDicent, guarda prisión como principal imputado de la Operación 13. El jefe deEstado podía librar de la prisión a Dicent. Pero Abinader dice que eso es un temade la justicia.
Es innecesario señalar todos los casos de corrupción donde el Presidente hacortado de cuajo la manzana podrida.
De ahí que no se entiende por qué el Presidente Abinader arriesga la credibilidadde su gobierno para salvar al Canciller Roberto Álvarez Gil. Si Álvarez metió lapata respecto al canal sobre el río Masacre que construye Haití, que corra con lasuerte de los anteriores.
De otro lado, ¿por qué hablar de una tercera dosis de la vacuna contra la Covid-19? ¿Por qué ahora si todavía el país no ha concluido la aplicación de la primera,ni mucho menos la segunda dosis? ¿Por qué si la Organización Panamericana dela Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) dicen que no hayevidencia científica de que sea necesario aplicar una tercera dosis?
Si Raquel Peña, vicepresidenta de la República, quiere arriesgar la faja queriendobrillar con el anunció de la tercera dosis, o la cuarta o la quinta, ese es suproblema. El problema del mandatario, en cambio, está en seguir gobernandopara dar el frente a la corrupción al interior de su gobierno. Porque combatir elflagelo dentro de su propio gobierno sienta las bases para hacer lo propio con losgobiernos anteriores.
Así la Procuraduría General de la República tendría más cancha para entrarle con todo atodos.