Luis Córdova
El poeta T. S. Eliot sentenció que “abril es el mes más cruel”. Uno de los más grandes poetas del siglo XX, lo escribió en su obra cumbre “La tierra baldía” y pareció inscribir para siempre el amargo presagio para todo el calendario: abril es el que más y los otros, aunque en menor medida, también alcanza la amargura de sus días.
Sin crueldades pero con plazos fatales el cronograma de fechas de la Junta Central Electoral ha hecho que los políticos (líderes y operadores) incorporen a su repertorio de frases tecnicismos jurídicos y se empleen a fondo en comprender, al menos de manera referencial, las implicaciones de la nueva normativa electoral dominicana.
Muchos no conocen de plazos procesales, pero sus “asesores” o asistentes (otros lo harán de oído por lo que dice la prensa), se activaran en un abril que hereda silencios y apresura trincheras.
Se hace viral los segundos en que el presidente de la República, en la célebre entrevista televisiva concedida el 20 de agosto de 2018, entre anécdotas y de manera distendida afirma tener la decisión tomada en torno a la reelección pero que la comunicaría más adelante. Habló de marzo o junio… más bien cuando el Partido decida.
Muchos manejaron el tema con cierto morbo en los días finales del pasado mes, ignorando que el video corría libremente en las plataformas digitales para aclarar dudas de cualquier ciudadano. Una vez más: en política no es lo que se quiera, es lo que es y en lo electoral lo que parece… los veteranos saben muy bien la diferencia.
A grandes rasgos el mes debe definir la individualización de las boletas electorales en niveles de elección, dada la “confusión” del voto al senador y diputados; algo que debería sorprendernos es que legisladores aprobaran sin saber las implicaciones que para sí tendrían disposiciones, como por ejemplo, la del artículo 92, numeral 5 de la Ley 15-19 Orgánica del Régimen Electoral, que crea cuatro niveles de elección.
En los primeros días de Abril el retiro de las vallas publicitarias parece resuelto, al menos en cubrir el formalismo de solicitud a los Ayuntamientos, para coordinar el retiro de aquellas que tengan contenido electoral y todos felices sin mayores traumas.
Los días que corren son oportunos para mediciones de reconocimiento electoral, para que los aspirantes replanteen estrategias a la luz de los límites que tienen en medios tradicionales de promoción política y para que los partidos cubran la fase de readecuación estatutaria para ajustar a las reglas internas algo que a fuerza de sentencias adelantaron el Partido Reformista Social Cristiano y el Partido Revolucionario Dominicano.
El proselitismo es y será indetenible. Algunas alternativas surgirán del ingenio de un ser criollo que aspira y respira por el poder. Abril no es un mes de plazos mayores que comprometan la vida institucional de los partidos o decida la suerte de las candidaturas, pero quien se expone al fragor de una campaña que no es campaña, de un electoralismo que se niega y se inscribe en los radicalismos de las redes sociales, hacen que este mes como los que faltan sea cruel y brutal.
Esperamos que la tan esperada Ley 33-18 de Partidos, Agrupaciones y Movimientos Políticos, la Ley 15-19 la Orgánica de Régimen Electoral y las resoluciones de la Junta Central Electoral, configuren un espacio democrático, abierto y plural con actores comprometidos con el ejercicio ético de la política, luchadores por la democracia y respetuosos de los procedimientos; que apuesten a un mejor país con una democracia de mayor calidad, de otro modo la realidad nos llevaría, sin parecernos al poeta Eliot, hacia una tierra baldía.