Antes de incursionar en el mundo del periodismo escrito y televisivo, César Medina se desempeñó como vendedor de maquinillas de escribir, máquinas para uso de bancos y calculadoras, el primer empleo que logra en la ciudad de Santo Domingo donde emigra a los 16 años de edad.
Se trasladó de su pueblo natal San Cristóbal luego de haber finalizado sus estudios del bachillerato en un liceo público, tras suspenderse la beca con la que estudiaba en el famoso Loyola.
Su primer empleo formal le fue concedido por don Keko Rainieri, padre del hoy poderoso empresario turístico Frank Rainieri, en el que Medina no solo se destacó como excelente vendedor, sino que se hizo experto en la reparación de las máquinas Royal y Underwood, que eran fundamentales para la época como instrumentos para la escritura.
Según relatara José Rafael Lantigua en el acto donde los Miembros de la Academia Dominicana de la Lengua le entregaron un reconocimiento en el año 2016, Medina “Tuvo nombres clásicos a su lado desde la mocedad, tan clásicos que nos parecen conocidos: Homero, Cervantes, Herman Melville, que los encaminaron en la odisea de la vida y le enseñaron a cazar oportunidades como las ballenas de Moby Dick. Y se asoció a Somerset Maugham para llevar siempre una vida de desafíos, al filo de la navaja. Y se tendió a los pies de Vargas Vila, para procurar que la controversia fuera afín con su deseo de alcanzar la verdad en la práctica de la disensión y el reto”.
A Lantigua correspondió presentar la hoja de vida del homenajeado y en sus palabras destacó que César Medina ya en la capital comenzó a residir en la calle Sánchez de la Ciudad Colonial “donde se instaló para vivir, regresando cada fin de semana a la casa de sus padres en San Cristóbal, lo vieron aprovechar su conocimiento de las Underwood no solo para repararlas, sino también para consustanciarlas con la poesía romántica, que escribía junto a cuentecitos ociosos en la soledad de su habitación de estudiante provinciano. Tal vez en esa práctica, fue donde se construyó y fue creciendo el hombre romántico que sigue siendo.
Tras referirse al surgimiento del César Medina periodista, José Rafael Lantigua recuerda que para entonces editaba un pequeño periódico que circulaba cada mes entre sus amigos y el vecindario. “Hubo más de uno que incluso lo reclamaba si tardaba en publicarlo. Hasta que la generosidad de don Rafael Herrera hizo el resto. Envió sus escritos al Listín y allí le abrieron espacio. Y terminó siendo el cronista joven de la época de todo lo que acontecía en su ciudad natal”.
“De aquí en adelante, comienza lo conocido. Ultima Hora, Hoy, Hola Matinal, Hoy mismo, Telecable Nacional, Color Visión y otras hechuras de su empeño laboral, de su capacidad fundacional y de su creatividad periodística. Y entre uno y otro, el desafío de su primer trabajo reporteril: la fuente policial que en los años duros del balaguerismo fue tarea titánica y esfuerzo mental que acarreaba sinsabores de todo género. Cuando abandonó esta fuente llevaba sobre sí la carga de muchas noticias donde la sinrazón y el terror pusieron su cara de desatino y muerte”, narró.
César Medina se definía como “un tipo extraño”.
El periodista y diplomático confesaba haber entrado en contradicción con muchos, pero siempre dejando claro no perseguía ocasionar perjuicio familiar o profesional a nadie.
Proclamo más de una vez sentirse orgulloso de sí mismo “porque he recorrido un tramo largo y difícil y es bueno poder decir que no he dañado a nadie. Ese es mi legado”.
“Soy un tipo extraño. Siento la satisfacción, primero de haber recorrido un tramo largo de la vida con tres cuartas partes de ellas dedicada al periodismo y en ese tramo y espacio tan escamoso por la vida puedo decir con la mayor firmeza que nunca le he hecho daño a nadie a pesar de haber visto y escrito tantas cosas. He entrado en contradicción con gente de todo tipo pero nadie puede decir que he confabulado o que le ocasioné algún perjuicio familiar o profesional a nadie. Me siento orgulloso de mi mismo porque he recorrido un tramo largo y difícil y es bueno poder decir que no he dañado a nadie. Ese es mi legado”.
Con esas palabras introducía Miguel Franjul, su amigo y compañero de muchos años, su artículo publicado en enero del 2016 ¿Quién es César Medina?
“Si algo admiro de César, como periodista, es su garra, el incisivo bisturí con que abre y escudriña los prolegómenos de un hecho, para sacar la verdad y exponerla sin rodeos. Desde que éramos nóveles reporteros, se destacó por la impronta que imprimió a su estilo de investigar, de cuestionar y de informar. Y sucesivamente, en la medida en que fue evolucionando y ejerciendo puestos de mando, demostró fehacientemente que no solo para el reporterismo tenía talento. Él y yo, coincidencialmente, hemos desbrozado los mismos caminos en el periodismo, y me consta que sus éxitos son el fruto de una indiscutible vocación y consagración al trabajo, al resultado perfecto”, indica Franjul en su artículo.
Destaca que por el hecho de ser exigente al extremo terminó siendo considerado por muchos como un hombre de temperamento difícil por su determinación de explorar al descubrir la mentira o hipocresía de algún interlocutor o realidad que le provocara repugnancias.
“Ahora se habla de los indignados, pero para mí uno de los primeros fue César. Nunca se conformaba, como periodista, con la versión acomodaticia o con la insuficiente cosecha de una investigación. Al pasar del periodismo escrito a la televisión, supo dominar las claves de ese medio y logró lo que pocos: que un canal del cable disputara a los demás la audiencia hasta el punto de que fuera requerido para conducir “Hoy Mismo”, afirmó.