La administración del alcalde de Santiago, Abel Martínez, arriba a sus primeros dos años y no hay dudas de que sus principales logros son la limpieza, la recuperación de espacios públicos y el embellecimiento de áreas municipales.
Sus puntos más débiles son el autoritarismo, la exclusión, los conflictos públicos con diversos sectores, la intransigencia, el fracaso en el esfuerzo por lograr transparencia y los maltratos para «imponer» las decisiones del alcalde.
Alto dirigente del PLD, ex-presidente de la Cámara de Diputados durante seis años y ex-fiscal de Santiago, el abogado Abel Martínez llegó a la Alcaldía y de inmediato «impuso su sello» particular de dirigir instituciones públicas.
La firmeza y valentía que se le atribuye como político la puso de manifiesto desde que ocupó su despacho y ordenó el desmantelamiento del mercado público de Pueblo Nuevo, un desastre cuya eliminación le ganó muy buena popularidad.
Unió esa decisión a un agresivo proceso de desarrabalización de espacios públicos, embellecimiento de zonas que estaban abandonadas y un plan de limpieza que incluye decenas de personas barriendo las calles de la ciudad.
Hoy, dos años después, su intenso programa de limpieza sigue siendo «su carta de presentación» y lo que le genera más opiniones positivas en variados sectores del municipio. En sentido general, Santiago luce limpio.
Ha concentrado un gran esfuerzo a favor del embellecimiento de calles y avenidas del centro de la ciudad, señalizadas y limpias, lo que ha mejorado sustancialmente la imagen de las áreas céntricas del municipio.
Pero en los puntos verdaderamente negativos está que la Alcaldía ha sido escenario en estos primeros dos años de múltiples conflictos públicas que han ido a parar a los tribunales, siendo el de mayor envergadura el enfrentamiento con la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santiago.
Un pleito con CORAASAN y su director, Silvio Durán, tan intenso que tuvo que intervenir el presidente Danilo Medina para lograr «bajar los ánimos» y que se llegara a un acuerdo satisfactorio.
En apenas dos años varios actos de corrupción han escandalizado a la opinión pública de Santiago y el país, siendo el desfalco atribuido al director de Recursos Humanos, René Guzmán, el de mayor impacto.
En transparencia, han sido dos años en los que la Alcaldía de Abel Martínez reprueba con muy malas notas.
En esta primera mitad de su administración el alcalde de Santiago se ha exhibido como un intransigente, autoritario y que impone sus decisiones y ni siquiera las personas de su entorno de mayor confianza se atreven a dar una opinión.
Una de las mayores dificultades que todos atribuyen a Abel Martínez es lo difícil que es tener acceso a él, el temor que todos le tienen y el nerviosismo con que reaccionan cuando llega a la Alcaldía o se dirige a empleados y funcionarios.
A dos años de su gestión, hay un gran hermetismo en torno a si buscará de nuevo ser candidato a alcalde por el PLD. Unos dicen que sí y otros que no, lo que es normal en torno a un político con experiencia como Martínez.
Sin embargo, no hay dudas de que mientras tenga la ciudad limpia su aceptación popular será buena y de que seguirá siendo considerado un buen alcalde.