No sólo define ese concepto, sino también establece la distinción con el mal gobierno y la mala administración.
«Saltando desde las limpias nubes de las teorizaciones Académicas de un modelo ideal al turbio barro de lo cotidiano, en este libro se distingue deliberadamente, siquiera sea de manera convencional, entre desgobierno, mal gobierno y, por supuesto mala administración.
Mal gobierno es el establecimiento o fijación de unas políticas públicas erróneas y, mala administración es su gestión o realización desacertada.
El desgobierno supone una condición distinta puesto que lleva consigo la nota de intencionalidad y no mera ignorancia o incapacidad que provocan un mal gobierno o una mala administración. Un buen gobierno puede estar mal administrado como uno malo puede estar bien gestionado. ( Nieto, 2007-31).
La organización y el funcionamiento del Estado están pautados por la constitución y las normas legales, pero como advierte el autor : «Todo está pues, normativamente previsto, aunque luego resulte que la realidad diste mucho de coincidir con el modelo legislativo (2007 – 36).
Esta diferencia se comprende por las derivas, concepto que se entiende aquí como un movimiento, una corriente, una desviación del rumbo previsto como consecuencia de presiones ajenas a la voluntad del piloto (2007 – 119).
Es esta la circunstancia en la que se reconoce el papel que desempeña la Burocracia como contrapeso de esas irregularidades.» De esta forma la administración y su burocracia se convierten en un factor de estabilidad del Estado y una garantía del predominio de los intereses generales frente a las eventuales tentaciones de parcialidad de un gobierno o de un partido deliberadamente escorados en una determinada dirección. En una sociedad pluralista donde los grupos luchan entre sí para imponer sus intereses parciales, es la administración un punto neutral el más idóneo centro ordenado de energía capaz de mantener el equilibrio de la vida politica y social (2007-99).
El supuesto subyacente a este criterio lo representa la distinción entre politicos y funcionarios : Los primeros eran de nombramiento y cese discrecional, mientras que los segundos eran inamovibles. Planteadas así las cosas, la discusión se centraba en la altura del listón que separaba los cargos políticos de los administrativos o funcionariales (2007- 197).
Los resultados han demostrados que para la operatividad real de las organizaciones importa la calidad del personal y los principios que inspiran su funcionamiento ; a este respecto el profesor Nieto recuerda lo siguiente :.. hace tiempo lo que inicialmente llamaban principios de organización, luego de organización y funcionamiento, y ahora, en términos más inequívocos, principios de gestión, cuyo diseño y aplicación son la clave que separa en último extremo el gobierno del desgobierno (2007 – 215).
Al concluir , en primer lugar recogemos el hilo conductor de que el desgobierno perturba al ciudadano y altera el equilibrio social.
Y en segundo lugar, agregamos la nota final del profesor Alejandro Nieto en su libro : El desgobierno de lo publico : » El buen gobierno ( incluida la buena administración) fortalece el equilibrio y hace más tolerable la dominación que puede llegar llegar a olvidarse ya que cuando al ciudadano le van bien las cosas no suele preocuparse de si a otros les va mejor, aunque sea a costa suya ; comprende lo positivo que tiene para él el Estado y pasa por alto los desproporcionados bendiciones que facilita a los demás.
El desgobierno por el contrario, debilita el equilibrio y hace más intolerable la dominación, puesto que el ciudadano maltratado no comprende la utilidad del Estado y, si no está suficientemente adormecido por otros sedantes ideológicos, envidia , cuando no odia, inevitablemente a los privilegiados y, percibe con mayor claridad la dominación económica. (2007-350).