REVOLTILLOS
De dónde sacaría el gobierno los millonarios ingresos que perdería si el congreso baja los combustibles?
Sectores del PRM han hecho correr su pretensión de provocar una modificación de la ley de hidrocarburos, con la supuesta finalidad de que se produzcan rebajas significativas en los precios de los combustibles en el mercado interno. A treves de contactos con “sindicalistas” del transporte, pronunciamientos subjetivos y participaciones en medios informativos, se esfuerzan en vender la falsa ilusión de que harán que, el “desalmado gobierno peledista”, baje los carburantes y “roben menos” por ese concepto. Sin dudas se trata de uno de los ejercicios más descarados, irresponsable, traficante de los sentimientos de la gente y que solo se orienta en el interés de capitalizar, a como dé lugar, descontentos con la finalidad de obtener algunas ganancias pardistas. Es verdad que todos quisiéramos que bajen los precios de los combustibles, pero si esta gente se respetase, al igual que al ciudadano, si su práctica política tuviera aunque fuere un mínimo de seriedad, lo primero que harían es sugerir, identificar con certeza, de dónde extraerá el gobierno los recursos que dejaría de percibir si baja los combustibles. Incorporar ese elemento a su discurso, les sería suficiente para demostrar al país que su causa es real y noble, pero por la naturaleza de sus fines es otra. Al juego se suman los reformistas que anuncian apoyarán las protestas callejeras, así como el empresario con barbas de comunista, Juan Hubieres, quien informa hará concentraciones y más paros sorpresas. El tema no es para caprichos ni populismos de baja ralea, se trata de un asunto de Estado, de un renglón que proporciona ingresos superiores a los 50 mil millones de pesos al año, sin los que el Estado confrontaría imaginables dificultades para cubrir demandas presupuestarias impostergables para la operatividad de la nación. Es verdad que la política criolla está llena de politiqueros de todas las calañas, pero en asuntos como este, al menos debieran cuidarse un poco de no exponer tanto su sucio refajo. ¿O acaso estamos equivocado?
Anunciar alzas de los combustibles es una tarea difícil
Nadie pone en dudas que el tema es controversial y que por lo general está matizado por una enorme carga de morbo político, pero si el razonamiento lógico y el cálculo de las conveniencias aún tienen aplicabilidad en el cerebro de muchos, entonces debieran admitir que la acción de fijar precios cada semana a los combustibles, sobre todo cuando están en alza, es una tarea incómoda, desagradable y difícil para cualquier gobierno. Lo es, porque comunicar noticias negativas nunca figura entre las preferencias de la agenda oficial, mucho menos cuando se trata de rubros como los carburantes que constituyen un componente transversal de la economía, desencadenante de un fuerte impacto en todo el aparato productivo y el tejido social de la nación. Nadie está sujeto a afilar cuchillo para su garganta y eso supone que ni Danilo Medina ni nadie, llámese como se llame, que sea el presidente de la República, se va a sentir tranquilo o complacido con subir los precios de los combustibles porque, en todo caso, estaría enviando una señal de insensibilidad social y de desprecio a su propia imagen y obra de gobierno, pero al propio tiempo, mostraría una postura inconsecuente frente a su propio partido que lo colocó en el poder. Pero no es este el enfoque que se prioriza en los planos políticos y mediáticos del país, sino que lo predominante es un tratamiento cargado de populismo, oportunismo politiquero e ignorancia en gran parte de los “opinadores” y “analistas” nuestros, por lo general desconocedores empedernidos de lo que hablan, pero que se la pasan estrujando el tema a pesar de que, lo único que manejan con precisión, son los precios que fija Industria y Comercio cada viernes. ¿Cuántos de estos sabrán o sienten interés por saber que el mercado de los combustibles no es uniforme ni caprichoso?
El siempre polémico ejercicio de los periodistas
El periodismo es una de las profesiones más vulnerable y vulnerada en República Dominicana. La carencia de regulaciones del ejercicio deja en libertad a cualquier sujeto para usurpar y postular ante la comunidad como un periodista formado en las escuelas universitarias, o a través de un dilatado ejercicio que, aunque empírico, le ha proporcionado la experiencia y formación que le cualifica para esa tarea. Ese preocupante elemento, tan presente y agudo en nuestro país, representa un bicho difícil del que, en honor a la verdad, desconocemos fórmula alguna para superarlo. Pero otro bicho tan pernicioso como ese, es confundir los roles del periodista profesional frente a la sociedad. Ser periodista o manejar un medio de comunicación no representa ni significa estar dotado de ventajas y privilegios para actuar de forma irresponsable y con irritantes privilegios ante el resto de la sociedad. El periodismo no se ejerce para atropellar o denigrar a personas con las que no se comulga, tampoco debe prestarse a ser instrumento de quienes distorsionan su misión y responsabilidad frente a la sociedad. Ser periodista o estar ligado a un medio de comunicación, en modo alguno otorga derecho para juzgar, descalificar y condenar a terceros de forma antojadiza y mezquina. El periodismo es compromiso social, es inclinación por una labor equilibrada, responsable y objetiva de informar únicamente la verdad, misión que NO puede confundirse con privilegio algo para traficar y, mucho menos, certificar la moral de los demás. ¡Eso debe estar lo suficientemente claro!