«Juan, yo te conozco pero preséntate».
El presidente Luís Abinader me lo dijo sonriendo y con el respeto y distinción con que me ha tratado.
Después de su detallada presentación de los logros del gobierno en el sector salud, me sorprendió ser el primer periodista en intervenir.
«Buenas tardes señor Presidente, gracias por la gentileza de la invitación».
Le pedí excusas porque mi pregunta no sería sobre las informaciones que ofreció sobre los resultados logrados por su gobierno en salud pública.
Le traté la difícil situación que atraviesan los productores avícolas del Cibao, particularmente de Moca, luego del cierre de la frontera.
De regreso a Santiago, reflexionaba sobre la respuesta del presidente de la República a mi inquietud periodística, porque la verdad es que no me sentía satisfecho.
Cuando recibí la invitación para ir a La Semanal, el encuentro de los lunes en el Palacio Nacional del jefe de Estado con representantes de medios de comunicación, dudé sobre si debía ir o no.
Pasé varios días sin confirmar mi asistencia. Al final, decidí ir.
Cunado entré al salón donde se lleva a cabo ese diálogo abierto y plural, el primero que acudió a saludarme con la sonrisa de siempre, fue Víctor D’ Aza, viejo amigo y actual secretario general de la LMD.
Con su gentiliza de siempre, llegó el santiaguero ministro de Salud, Daniel Rivera, e inmediatamente fue a donde mi. Le dije al oído: ¿próximo candidato a senador de Santiago? Sonrió de buena gana y se marchó sin decir nada.
Después de mí, tocó el turno al periodista Esteban Rosario y luego a otros de los invitados.
Aparte de la referencia del presidente Abinader, de quien siempre destaco el respeto y la gentileza con que responde mis preguntas sabiendo que no son complacientes, me sorprendió el buen trato que me dispensó José Ignacio Paliza.
Tenía meses sin ver al exsenador de Puerto Plata, una persona que se distingue por su sencillez y amabilidad.
Cuando el mandatario salió del salón, Paliza fue a donde yo estaba y les dijo a quienes estaban conmigo: «déjenme primero saludar a este jefe de Santiago». Me dio un abrazo.
Lo hizo, por supuesto, sonriente y como un gesto de caballerosidad.
La Semanal fue una exquisita experiencia periodística.