Es irrebatible que una campaña electoral efectiva de un partido oficialista depende, en gran medida, de hacer un buen gobierno.
¿Se aplica ese criterio a los gobiernos municipales?
En Santiago, por ejemplo, Ulises Rodríguez y el PRM son oposición municipal y gobierno central.
Desde el 2016, la Alcaldía es controlada por Abel Martínez y el PLD, que busca retener el gobierno local con el joven diputado Víctor Fadul.
¿Ha hecho Abel Martínez una buena gestión municipal? Creo que si.
Eso, sin dudas, fortalece las posibilidades de triunfo del hijo del exsindico Monchi Fadul el venidero mes de febrero.
La debilidad de Fadul y del PLD, indudable, es que el voto del 2016 y del 2020 está dividido, pues ahora una parte es verde de la Fuerza del Pueblo (FP).
Ulises y el PRM están en el gobierno central y más fortalecido que cuando perdieron la Alcaldía en el 2020, aunque observo una gran disgregación en el oficialismo local.
Fuera del voto partidario, creo que el reto de Ulises es convencer a los santiaguetos de que haría una mejor administración que la de Abel y el PLD.
Según las encuestas, una cómoda mayoría sigue valorando como buena y muy buena la gestión del hoy candidato presidencial del PLD.
Por la debilidad del voto partidario, a Víctor Fadul, en cambio, le caería como anillo al dedo una alianza electoral que le sume los votos de la Fuerza del Pueblo (FP).
Vi esta semana una encuesta y, por ejemplo en la poderosa Circunscripción Uno, Altagracia González, de la FP, tiene un 15 por ciento.
Sin importar la buena gestión de Abel y de que Víctor Fadul es un muy buen candidato a alcalde, percibo que una alianza PLD-FP sería decisiva.
Hoy día Ulises está cómodamente arriba.