Por:Luis Córdova

Las reuniones del Consejo Económico y Social (CES) constituyen la ocasión perfecta: opositores, “enemigos” entre sí, deben estar juntos y reburujados porque la institucionalidad así lo reclama. 

De la mesa temática para lo electoral, se ha pasado a mesas de restaurantes capitalinos en los que se gestaron victorias cuando coroneles al mando de los generales discutías estrategias de preservar el poder y a unidad. Algunos parece que la nomenclatura de “compañero”, dicho ente sonrisas y abrazos que se acusan sinceros, comenzó a fraguar nostalgias. 

Demasiadas victorias como para dejarlas en el olvido; nada como la distancia para reconocer en elogios mutuos la admiración.

En la política, lo mismo que en el amor, cuando se ha perdido –o se amenaza con ello- se descubren facetas insospechadas de hasta dependencia emocional.

La diplomacia, la camaradería y los saludos enviados con cariño… ¿será ese el motivo por el que, de un tiempo a esta parte, la palabra “alianza” se ha puesto de moda vistiendo los colores de temporada (morado y verde)?