Los ruidos y alborotos que obstaculizan un auspicioso arranque del novel candidato del PLD, Abel Martínez, no ceden.
Y, extrañamente, la discordia tiene a Santiago como su principal protagonista, lo que habla muy mal de la capacidad unificadora de Abel entre los morados.
Aunque no lo admitan, hay incomodidad en un sector para integrarse a una campaña con el candidato elegido. Por eso, la falta de entusiasmo y motivación toca fondo.
El alboroto creado con el histórico dirigente y exsenador Ramón Ventura Camejo y el esfuerzo por minimizar su impacto dañino, es un nuevo traspiés que causa asombro.
La «licencia», en cambio, del emblemático presidente municipal hasta el mes de diciembre, José Arturo Tatis, aumenta los disgustos y la inconformidad entre peledeístas.
Una buena parte del ejército morado luce desmoralizado y excluido, en otra aparenta predominar tensión e incertidumbre.
Hoy día parece olvidan que hasta los rostros que exhiben en las reuniones son mensajes políticos.