La plaza electoral de Santiago es la tercera en importancia del país y con el paso de los años se ha convertido en «la más difícil» para los dirigentes políticos debido a los constantes cambios de sus habitantes en las urnas.
«Santiago no es de nadie», se escucha con frecuencia a analistas políticos, dirigentes de los partidos y candidatos que tienen que someterse a los vaivenes de una población votante que acude a las urnas «sin compromisos con nadie».
De acuerdo al presidente de la Junta Municipal Electoral de Santiago (JMES), Haime Thomás, los santiagueros con derecho al voto en las elecciones del 2020 se han incrementado a 837 mil en la provincia, la cual tiene 10 municipios.
¿A qué atribuir los constantes cambios de los santiagueros cuando acuden a las urnas cada 4 años? Son diversas las opiniones que se escuchan en medios de comunicación, en debates políticos y en reuniones privadas.
¿Nadie es dueño del voto de Santiago”, “nadie puede contar con Santiago”, “es una plaza muy difícil de predecir”, “los santiagueros no viven de los políticos sino de su trabajo”? Son múltiples las expresiones que se escuchan y leen.
Se atribuye con insistencia esa «independencia» de los santiagueros a la hora de ir a las urnas a que es una sociedad con una influyente clase media y con un desarrollo educativo, social, económico y político diferente a otras ciudades.
Los resultados de las últimas elecciones no dejan dudas de que «Santiago es Santiago» y de que «nadie puede contar» con que, en febrero y mayo del año 2020, cuando los santiagueros acudan a las urnas otra vez, ganará esas votaciones.
En las últimas tres elecciones municipales los santiagueros han cambiado de alcalde cada vez que han acudido a votar. En el 2006 eligieron como alcalde al candidato de la alianza PRSC-PRD, José Enrique Sued, pero en el 2010 lo rechazaron en las urnas cuando intentó reelegirse.
A pesar de que en el 2010 Sued fue el candidato de una poderosa alianza entre el PLD y el PRSC, los santiagueros «dijeron que no» y se inclinaron por el candidato del PRD, el ex-peledeísta Gilberto Serulle.
Sin embargo, en el 2016 la población votante del municipio de Santiago humilló a Serulle cuando intentó reelegirse (no logró un 10 por ciento de los votos) y escogió como alcalde a Abel Martínez, del Partido de la Liberación Dominicana (PLD).
El comportamiento electoral de Santiago ha sido, empero, muy diferente en torno a la Senaduría y en las últimas tres elecciones ha preferido a uno del PLD. En el 2006 (sin el palito del 2002) escogió a Francisco Domínguez Brito, en el 2010 a Julio César Valentín y en el 2016 repitió con Valentín.
Santiago será «un duro reto» para los candidatos presidenciales en el 2020, principalmente para el del PLD, porque de las últimas cinco elecciones el partido morado apenas ha ganado dos.
En las elecciones del 2000 Santiago votó por Hipólito Mejía y el PRD pero cuando el denominado «Guapo de Gurabo» intentó la reelección en 2004, los santiagueros (igual que el país) fueron a votar masivamente por el regreso al poder de Leonel Fernández y el PLD.
El caso más «doloroso» para el PLD fue en las elecciones del 2008 cuando Fernández ganó la reelección con un 53 por ciento a nivel nacional, pero Santiago le dio la espalda y fue a las urnas a votar mayoritariamente por Miguel Vargas Maldonado y el PRD.
En el 2012 Santiago volvió a darle la espalda al PLD y en vez de Danilo Medina, se inclinó en las urnas por el regreso al poder de Hipólito Mejía. Es decir, al igual que Leonel en el 2008 Danilo perdió en Santiago en el 2012.
Y como los cambios del voto de los santiagueros es «verdaderamente extraño», en el 2016 la población acudió a las urnas y sufragó mayoritariamente por el candidato a alcalde del PLD, por el candidato a senador y por el candidato presidencial morado.
Es decir, en 2016 Santiago «le dio todo» al PLD.
¿Qué ocurrirá en las municipales de febrero del 2020 y en las presidenciales y congresuales de mayo de ese año? Nadie puede vaticinar nada por «Santiago no es de nadie».