Por: Luis Córdova
Igual que otras muchas legislaciones, cuando la hoy ley era un proyecto, tenía detractores y apóstoles que se erigían, en la cima de su conocimiento jurídico, para explicar largamente el beneficio de su aprobación.
¿Debates? No, nuestra democracia aún no llega a ese nivel.
Como siempre, las opiniones se tiñeron de colores de los colores de los partidos y así quedamos, los indefensos ciudadanos, aturdidos por la ferocidad de las denuncias y sacudidos al ver que TODOS levantaron su mano en señal de conformidad.
¿Acaso aquello que provocaba temor fue sacado del proyecto? ¿Será que los recursos ante el Tribunal Constitucional están listos por si se osa señalar alguna honra?
Al fin y al cabo el consenso expresa que todos queremos lo mismo: ¿un país sin impunidad o que la impunidad cubra a todos por igual?
La sospecha es legítima. Sospechar es legalmente saludable.