Uno de los puntos luminosos de la administración de Abel Martínez es el control absoluto que mantuvo de las decisiones, ejecutorias y de los funcionarios de la Alcaldía de Santiago.
En ocho años, impuso una férrea autoridad, logró mantener a raya a sus funcionarios y hasta temor infundió entre los servidores municipales.
Lo critiqué duramente porque no veía razonable el autoritarismo con que entendía que él dirigía el gobierno municipal.
Ahora que Abel concluye su gestión, pienso que era la única manera de poner orden en la ciudad y cortar de raíz la utilización de los recursos públicos para provecho particular de funcionarios.
Ese control absoluto que el alcalde de Santiago tiene de su administración, es lo que explica el actual proceso de transición en armonía y tranquilidad.
No hay los sobresaltos de años atrás, ningún funcionario se atreve a excederse y hay un total respeto por los bienes y recursos públicos en estos días de cambio de autoridades.
Los datos que manejo indican que la comisión de transición del alcalde entrante, Ulises Rodríguez, está altamente satisfecha con la transparencia e idoneidad con que trabaja con los funcionarios actuales para la entrega de la administración municipal.
Ojalá que los traumas del pasado en los procesos de transición municipal queden definitivamente sepultados para siempre.
Un logro, indudable, del alcalde saliente Abel Martínez.