Hace un año que el Gobierno de Venezuela no dialoga con la oposición, al menos formalmente, desde que las partes suspendieron unas negociaciones en México y comenzó un proceso de acercamientos soterrados e incentivos paralelos que aún hoy buscan recalar en una reactivación de las conversaciones.
El 2022, un año sin elecciones y de una vociferada recuperación económica, puso en segundo plano la necesidad de un diálogo político en el país, lo que no anula todos los movimientos hechos por las partes, y por otros actores, para volver a la mesa formal de diálogo y dejarse de encuentros secretos.
Aunque, a mediados de mayo, los jefes de ambas delegaciones celebraron en Caracas una reunión de trabajo con miras al restablecimiento del mecanismo, hasta ahora no hay ninguna certeza y, mientras tanto, corre el tiempo a favor del Gobierno.
El chavismo mantiene un diálogo «constante» con «todas las oposiciones», o así lo repite el presidente Nicolás Maduro, lo que deja claro que, si bien las conversaciones en México fueron interrumpidas por su propia decisión, no ha cerrado los canales para entendimientos bilaterales, sin la observación de garantes internacionales.
El último encuentro, al menos del que se tenga conocimiento, se llevó a cabo en junio en Noruega, a donde viajaron los jefes de ambas delegaciones para participar en el Foro de Oslo. Lo hablado en aquella ocasión sigue siendo secreto sumarial.