Marcelo Bermúdez fue un símbolo de dignidad y decoro, un ciudadano ejemplar.
Leal y coherente a sus ideas y principios hasta el último día de su vida, fue una figura pública paradigmática.
Empresario de valiosos aportes, exquisito escultor e infatigable defensor de la libertad y la democracia.
Hombre comprometido con los mejores intereses de su país, antitrujillista, catorcista, guerrillero, revolucionario y boschista.
Ese espíritu revolucionario fue que lo acercó al profesor Juan Bosch, con quien tuvo una sólida amistad.
Bosch era asiduo en la residencia de don Marcelo y allá íbamos por los periodistas a hablar con el ilustre expresidente de la República.
Tronco de una respetable familia, con inusitada frecuencia lo veíamos llevar puesta su gorra del Movimiento Revolucionario 14 de Junio.
Fue gobernador de Santiago, diplomático y miembro del comité central del Partido de la Liberación Dominicana (PLD).
Paz a su alma y mi solidaridad a su apreciada esposa doña Margarita, a sus hijos y demás familiares.
Se nos fue físicamente un gigante: don Marcelo Bermúdez.








