La influencia política de Santiago se ha ido reduciendo de manera progresiva y hoy día se percibe únicamente como una importante plaza de votantes, lo que contrasta con la relevancia que tenía hace unos años.
En los últimos 50 años, sólo Joaquín Balaguer manejó y colocó a Santiago como un centro de poder político, en el cual pernoctaba con más frecuencia que presidentes que vivieron en la ciudad «toda su vida».
Los tres presidentes del PRD, Antonio Guzmán (nacido en la Vega), Salvador Jorge Blanco e Hipólito Mejía (nacido en un pueblo del Sur), fueron asumidos como verdaderos santiagueros pero nunca colocaron al Santiago en un sitial político relevante.
Leonel Fernández, del PLD, siempre habla de sus raíces santiagueras (su padre era de Baitoa), pero la realidad es que en los gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana es que Santiago ha perdido más incidencia política.
Con el PLD se ha dado un caso contradictorio porque en sus gobiernos la dirigencia morada de Santiago ha tenido posiciones públicas de influencia como en ningún otro gobierno, pero eso no ha influido a favor de la ciudad.
Eso demuestra que si el líder del país, el presidente de la República, no tiene la voluntad política necesaria para apuntalar un poder político fuera de Santo Domingo, es difícil que sus funcionarios, por poderosos que sean, puedan lograrlo.
Lo de Joaquín Balaguer es un caso único. Nativo de Navarrete, siendo presidente de la República sorprendía al país instalándose dos y tres días en Santiago a despachar los asuntos del gobierno desde una casa de madera en el centro de la ciudad, en la calle Máximo Gómez.
Aparte de eso, es el único presidente del país que escuchaba y consultaba a los sectores más influyentes de Santiago, en especial a los empresarios, a los académicos y a sus hombres de confianza, como Aney Muñoz, Eliardo Benoit, Simón Tomás Fernández, Conrado Asencio, entre otros.
¿Hicieron eso presidentes «santiagueros» como Antonio Guzmán, Salvador Jorge Blanco, Hipólito Mejía y Leonel Fernández? En el caso de Leonel, es de Villa Juana en la capital, pero en un mitin de campaña en la avenida Las Carreras se definió como «santiaguero».
La incidencia política de Santiago está ampliamente reducida en este momento y aunque tres de los aspirantes presidenciales con mayores posibilidades, Leonel Fernández, Hipólito Mejía y Luís Abinader, tienen «vínculos» con la ciudad aparenta que no representan ningún cambio positivo.
La drástica reducción de la importancia política de Santiago no se le puede atribuir únicamente a los líderes políticos porque ahí juegan también roles esenciales el desplome de la incidencia del sector empresarial, el académico, la iglesia y la sociedad civil local.
En ese aspecto, las perspectivas para Santiago no son positivas y lo que se percibe es que cada día el poder político de la ciudad se irá reduciendo más.