Los esfuerzos por construir mayorías electorales excluyen, hoy día, las caravanas y grandes mítines.
Esas actividades proselitistas están en desuso por los pobres resultados en la sociedad de hoy.
Como correctamente dijo un exitoso estratega del PLD: «una campaña electoral no es una exhibición de músculos en un ring».
Sin embargo, observo que el PLD y su candidato, Abel Martínez, no tienen otros escenarios para la batalla electoral.
Su sector externo es un tremendo traspiés del propio Abel, es inoperante y lo dirige un gran desconocido.
La posibilidad de alianzas con otras fuerzas políticas es, hasta ahora, inexistente.
De más de 25 organizaciones políticas, únicamente Miguel Vargas se vislumbra como posible aliado.
Y lo peor: la orfandad de un discurso y propuestas que calen, cautiven y atraigan sectores diversos de la sociedad.
Por esas y otras debilidades, creo que el PLD y Abel no tienen otras salidas que las viejas y obsoletas extensas caravanas y mítines.
No importa que sean improductivas, costosas, extemporáneas y que la mayoría de la población de las espaldas.
Al final, eso se resuelve con segundos de imágenes, fotografías, redes sociales y entrevistas en radio y televisión con afirmaciones que nadie niega.
Sin importar el resultado final, el PLD luce obligado a seguir con esa exhibición de músculos.