Marino Collante nada en aguas turbulentas desde que anunció sus aspiraciones a la Senaduría de Santiago por el PLD.
Más que peledeísta, fue un viejo e influyente dirigente reformista-balaguerista y en el partido morado, esa es una desventaja.
Ha ganado confianza y respeto en el PLD, pero como aspirante a senador se mueve consistentemente en el filo de la navaja.
Supongo que por su experiencia y sagacidad política, él sabe detalladamente que hay sectores de su partido que no cesan en la negociación de su candidatura.
Creo que es razonable la altísima discreción con que Marino ha asumido la candidatura a la Senaduría, porque son influyentes sectores de su propio partido que lo quieren desplazar.
A mí me sorprendió que en una nota de prensa que recibí de la caravana del PLD del domingo 14 de este mes, su nombre fue excluido.
El alboroto actual con Collante me llama poderosamente la atención, pues en la entrevista él es insistente en su criterio de que ganará la Senaduría.
Mi opinión sincera es que, en una parte de la conversación, cometió un lapsus y en intensa campaña electoral, sus adversarios, principalmente del PRM, están apuntalando ese error involuntario.
No critico lo que hacen voceros del PRM en contra de Marino, porque estamos en «guerra electoral» y es normal el intento de derribo de una candidatura adversaria.
Pienso que si se analiza fríamente, no es exclusivamente en el PRM que presionan la caía de Collante, los hay también con fuerza en el PLD y en la FP.
Marino, político sin dobleces y que se las sabe todas, debería reflexionar.