En estos últimos días se ha sentido una ola de protestas en reclamos de soluciones comunitarias como el arreglo de calles, mas tiempo de energía eléctrica, baja de los combustibles, agua, entre otras.
Son reclamos justos. Cada comunidad desea y lucha por estar cada vez mejor. Porque su calidad de vida sea más alta, y para que eso ocurra, debe decir sus problemas, quejarse, hacerlos saber, protestar y luchar por ellos.
Las protestas son un recurso de la democracia para la consecución de reivindicaciones sociales que lamentablemente en República Dominicana se ha desvirtuado, por el mal uso de los que se han quedados atrapados en el tiempo (anquilosados, como decían antes).
Por eso hoy las protestas dependen más de la presión y el terror que del apoyo consciente y masivo, de la población para la que “se reclama”.
La quema de llanta, rompederas de cristales, incendiar vehículos, apedrear negocios, tumbar árboles, son acciones que desacreditan los movimientos que en el pasado tenían su fuerza pero que por esas acciones el mismo pueblo se ve atacado por quienes debieran ser sus defensores.
Por todo lo anterior esos movimientos no logran apoyo y hoy las protestas son todo un terror.
Sin embargo, aun los grupos la siguen utilizando, sin modificación ni estudios que determines que método de lucha desea el pueblo. Por eso dentro de la estrategia para motivación de la marcha verde está incluida las protestas en los lugares donde el movimiento tenga mayor presencia, para crear una percepción de malestar generalizado. Y eso precisamente crea el descontento con el movimiento mismo.
En los años “70 la izquierda creció porque utilizaba métodos de luchas adecuados para la época y ahora se ha debilitado porque ha seguido los mismos métodos y no se ha puesto a tono con los nuevos tiempos que es lo que han hecho los partidos tradicionales para crecer y fortalecerse.