REVOLTILLOS
El derecho a protestar no da licencia para aventuras ni desórdenes
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Para hoy lunes está convocado un paro general que se desarrollaría en varias provincias del Cibao, según pretenden sus organizadores. Es bien sabido que las protestas constituyen un soberano derecho que los gobiernos democráticos no deben coartar. La propia Constitución consagra esa prerrogativa, vía a la que el ciudadano está legítimamente habilitado recurrir para expresarse y hacer valer sus reclamos. Lo que no goza del amparo de la ley ni de la aceptación popular, es que ese ejercicio sea desvirtuado y confundido por revoltosos y aventureros, que pongan en riesgo la vida de la gente, que atenten contra el orden y la paz, y que mucho menos lo aprovechen para generar, provocar, violencia y riesgos cuyas consecuencias pague el ciudadano. Los paros violentos y la suspensión de actividades y servicios vitales como método único y exclusivo de lucha, que muchas veces solo fungen de masturbación mental para algunos románticos y extremistas, representan procedimientos odiosos, insensibles, obsoletos e inaceptables, por la razón sencilla de que afectan, de manera directa, a la gente de a pie, a esa gran masa de pobladores que echa a andar la vida temprano cada mañana, que no tiene ahorros para gastar en sus necesidades más elementales y que, en definitiva, resultan la víctima real de esos inútiles eventos. Experiencias anteriores nos han dejado lesiones dolorosas, muertes, heridos, destrucciones, pérdidas de todo tipo, situaciones que los organizadores deben evitar y en quienes deberán recaer las consecuencias que pudieran presentarse. El país conoce de la destreza y vocación de algunos de estos convocantes en cuanto a organizar paros, huelgas, marchas y piquetes que muchas veces se les van de las manos, pero también sabe que esos procedimientos suman pocas conquistas para los más necesitados y que, casi siempre, son aprovechados por algunos para negociar ventajas y privilegios. Por eso insistimos en que los responsables del paro convocado para hoy, tienen que mostrar suficiente responsabilidad para asumir y responder ante posibles consecuencias funestas. La inmensa mayoría de los dominicanos tiene claro que por temor a ser agredido, por temor a que los vehículos sean apedreados o resulten con sus neumáticos dañados, no se abren muchas puertas de los negocios, ni de las empresas, escuelas y colegios, pero eso no se puede confundir con otra cosa que no sea miedo, que no sea evitar ser dañado por aventureros que convierten las calles en campos de batalla. ¡Que luego no se nos venga que excusas baratas e irresponsables!
Acuerdo en el PLD desarma estrategia político- mediático de opositores
A tan solo minutos de conocerse los resultados de la reunión del comité central del PLD el pasado sábado, inició con fuerza y en secuencia una andanada de críticas, opiniones interesadas, interpretaciones acomodadas, juicios de valores y denuestos, a través de las redes sociales, que recogen las primeras reacciones de una plataforma político-mediática que, de pronto, quedó desarmada en tanto fue montada y engrasada con el propósito de sacarle provecho político a los “líos” que tenían previsto pasarían en la reunión morada. Analistas, militantes y reconocidos periodistas, voceros de causas partidistas muy bien identificadas, la emprendieron contra el Dr. Leonel Fernández, a quien señalan haber sido nueva vez derrotado, desconsiderado, traicionado y humillado, supuestamente por la fuerza del poder y los danilistas. A esa gente hay que entenderla, colocarse en su lugar de opositores, máxime porque resultaron sorprendidos, quedaron desarmados y, por consiguiente, obligados a cambiar de estrategia. Nunca contemplaron que los peledeistas se entendieran y salieran airosos del desafío que tenían por delante y, naturalmente, recurrieron en lo inmediato al recurso de denostar, descalificar y cuestionar, con énfasis en Fernández, estrategia en la que insistirán con todo el brazo a lo largo de la semana que iniciamos hoy. ¡Solo hay que chequearlos!
La lectura de la Biblia y el fomento de los antivalores
La opinión pública asiste un debate en torno a si se debe o no establecer la lectura obligatoria de la biblia en las escuelas. A pesar de que existe desde hace un tiempo una ley que indica que sí debe hacerse, lo cierto es que la iglesia católica, ni ninguna otra secta religiosa, ha reclamado el cumplimiento de la referida legislación. Nos parece que el debate es inapropiado y que igual lo es, pretender que se ordene leer “el libro de libros” en los recintos escolares. Las imposiciones son odiosas y se supone que la lectura, tanto de la biblia como de cualquier otro tipo de literatura, tiene que partir de la inspiración natural y propia de cada quien, no de mandatos a todas luces negadores del derecho a decidir. Otra cosa sería que la medida forme parte de una política de Estado dirigida a cultivar valores en la familia, especialmente en los niños, y a blindarla contra el fomento de desviaciones, vicios y estereotipos dañinos que llegan a nuestros hogares a través de la televisión y la radio. ¿De qué sirve que la lectura de la biblia se haga obligatoria solo en las escuelas, si el entorno donde habita la inmensa mayoría de esos niños es territorio de microtráfico de drogas, delincuencia, hogares disfuncionales, sexo temprano y escenario predilecto de perversidades de todo género? ¿De qué sirve una lectura aislada de la biblia mientras la televisión invade nuestros hogares y, a través de las telenovelas y las películas, nos sirve escenas pre sexuales, violencia al granel, consumo de drogas frente a las cámaras y toda una diversidad de material nocivo que funge como prototipo de antivalores, desviaciones y vicios? Si el país está enfermo no solo lo está porque estamos o no leyendo la biblia en las escuelas, lo está porque quienes planifican la sociedad tienen claro qué tipo de resultado esperan de ella y cómo lograrlo, ¡Así de simple!