A diferencia de lo que ocurre con encumbrados dirigentes del PLD en Santo Domingo, la dirigencia morada de Santiago maneja con notoria prudencia y discreción las diferencias internas que sacuden al partido fundado por el profesor Juan Bosch.
El debate público entre dirigentes del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) de Santiago es totalmente diferente al de altos dirigentes de la capital, quienes diariamente se enfrascan «en discusiones de grupos» hasta en las dinámicas redes sociales.
Hoy día dirigentes como los «leonelistas» José Izquierdo y Hamlet Otáñez y el «danilista» Silvio Durán lucen más moderados en sus discursos, lo que contribuye a que exista un ambiente de más distensión entre los más mediáticos peledeístas locales.
Históricamente la mística del PLD fue «lavar la ropa sucia dentro», lo que le dio notables resultados porque fueron muy pocos los conflictos internos que se ventilaron en los medios de comunicación.
Es indudable, sin embargo, que la constante exposición mediática de connotados dirigentes del partido morado a roto con la tradición de manejar interna y discretamente las divergencias entre ellos.
Frente a esa «regla de oro del pasado», ¿se preservan los dirigentes de Santiago en la vieja modalidad de la discusión? ¿Son menos ortodoxos con el boschismo y por ende menos disciplinados los dirigentes de la capital? ¿Aman más al PLD los de Santiago?
La realidad es que en la actualidad la dirigencia del PLD de Santiago exhibe una gran prudencia en torno a «la lucha de grupos» que afecta al partido de gobierno, el más importante de la República Dominicana.
Por ejemplo, sin importar su inclinación por el presidente Danilo Medina, ¿alguien ve al senador Julio César Valentín debatiendo diferencias internas públicamente? No. Y se duda que en algún momento lo haga.
A pesar de su criterio de que con el presidente Medina existe «injusticia constitucional», históricamente Ramón Ventura Camejo ha sido discreto en extremo en relación a las diferencias internas en el PLD.
A Fernando Rosa nadie lo ha visto, y se duda que cambie ese proceder, hablando públicamente de problemas internos de su partido. Antonio Peña Mirabal dispara opiniones en las redes sociales, pero siempre cuida la moderación.
Digna de resaltar la postura moderada de los diputados Víctor Fadul, Víctor Mencía, Magnda Rodríguez, Demóstenes Martínez, Dilepcio Núñez y Altagracia González. Víctor Suárez es el único legislador del PLD de Santiago que interviene en esos debates públicos.
A raíz de asumir la presidencia del comité municipal por la sorpresiva muerte de Monchy Rodríguez, Hamlet Otáñez asume ahora un discurso institucional y de defensa incluso de ejecutorias del gobierno de Medina que entiende positivas y atinadas.
El ex-fiscal Raúl Martínez, uno de los altos dirigentes del PLD «más mediáticos» de Santiago, es más conceptual en sus posiciones y aunque defiende con vehemencia a Leonel Fernández, en los medios es un defensor de ejecutorias del gobierno de su partido.
A pesar de su firmeza danilista, Silvio Durán escribió recientemente un twit en el que ratificaba que Medina sería el mejor candidato para el 2020, pero que de todas maneras el PLD ganaba con cualquier candidato que escogiera porque la unidad estaba garantizada.
Aparte de esos peledeístas «altamente mediáticos», en el PLD en Santiago hay un nutrido grupo de influyentes dirigentes que discretamente están permanentemente atentos a la buena marcha del gobierno de Medina y a que las cosas «caminen bien» en el partido morado.
La alta dirigencia del PLD en Santiago se distingue en la actualidad porque observa un comportamiento más prudente que la de la capital en el manejo de asuntos internos y podría ayudarle notablemente para volver a ganar esta importante plaza electoral en el 20-20.