En la recta final de la campaña electoral, los golpes al PLD y a la Fuerza del Pueblo (FP) fueron durísimos en Santiago.
Era difícil asimilar la intensidad y agresividad de las indetenibles huidas que se veían.
Inusual, no pasaba un día sin que una renuncia impactara a los dos principales partidos de oposición.
Por diferentes vías, corrían en filas a sumarse a la reelección del presidente Luís Abinader y al PRM.
Silvio Durán tomó las de Villadiego dos meses después de recibir en su casa al expresidente Leonel Fernández en una concurrida cena con empresarios y profesionales.
La candidata a diputada Wendy Vásquez faltando días para las elecciones, le siguió Jhonny Martínez, Guillermo Ottewalder, Teresita Espinal, la señora Flete………….
El miembro del Comité Político del PLD y diputado Víctor Suárez alborotó las avispas con su dimisión y la sorpresiva intensidad con que asumió los candidatos del PRM. Lo mismo Heriberto Bonilla.
A días de las elecciones, el exdiputado del PLD Francisco Matos encabezó un acto de productores de tabaco y cigarros que contó hasta con la presidencia de la vicepresidenta Raquel Peña.
Excluyo a los que se fueron a fundar a Justicia Social (JS) y a los que se juramentaron con tiempo en el partido de Julio César Valentín.
Todavía en la transición, Daniel Santos dejó el PLD y se fue a JS porque «ahí estaban sus coincidencias ideológicas». Risible que intentara engañar de esa manera.
¿Dónde están ellos y ellas ahora? Después de las dificultades para reingresar a la nómina pública, imagino las horas de reflexión por el paso político dado.
La desilusión y decepción serían estados de ánimos normales en esos días. ¿Habrá arrepentimiento entre algunos del nutrido grupo que quedó atrapado por la pasión de volver a recibir una migaja del presupuesto del gobierno?
Incrédulo, viví como periodista el frenesí de esas huidas.