El asesinato de dos nuevas personas vinculadas al transporte público durante una típica labor de sicariato en la ciudad de Santiago vuelve a demostrar que una gran parte de ese sector está controlado por grupos de criminales.
Las muertes de los dos hombres «a plena luz del día» en las céntricas calles 30 de marzo esquina Salvador Cucurullo, donde operan varias paradas de guaguas del transporte público, se repiten con frecuencia en diferentes puntos del país.
Los conflictos que surgen en el millonario negocio del transporte público por «el control de rutas» y la incursión en el mismo de personas sin escrúpulos, se han convertido en un serio problema que las autoridades deberían enfrentar.
Los individuos contratados para asesinar a Ramón Tejada de la Cruz, de 66 años, muerto «por error», y Alberto Minaya Toribio, fueron Víctor Toribio, alias la Panca, y Luís Rafael Díaz, alias Rufito, quienes admitieron los hechos.
Hay que resaltar que los investigadores de la Policía «resolvieron» en apenas unas horas ese nuevo caso de sicariato vinculado al sector choferil. Los asesinos materiales admitieron que recibieron 300 mil pesos para cometer el hecho.
En el país se ha estado asumiendo como «algo normal» que las diferencias en el sector choferil se resuelvan en enfrentamientos a tiros entre personas contratadas por los dueños de ese lucrativo negocio.
La contratación de criminales para «sacar de circulación» a supuestos adversarios en el millonario negocio del transporte ha cobrado la vida a decenas de choferes y otras personas vinculadas al sector en los últimos años.
Con el paso del tiempo las autoridades han permitido que los dueños del negocio del transporte público se conviertan en «figuras intocables».
En el caso del nuevo asesinato de dos hombres vinculados al sector choferil en pleno centro de la ciudad de Santiago, las autoridades únicamente han apresado a los «autores materiales» y supuestamente andan detrás de los que planificaron y pagaron para que se cometieran esos crímenes.
La intersección de las calles 30 de Marzo y Salvador Cucurullo es de las de mayor movimiento vehicular y de personas que tiene Santiago y el asesinato se cometió cerca de las 2 de la tarde, lo que causó una gran conmoción en la ciudad.
Los «autores materiales» se desplazaban en una motocicleta y con cascos protectores pero la Policía «se movió rápido» y logró apresarlos en apenas unas horas. Ellos mismos, en el vehículo policial, se enfrascaron en una discusión en torno a cual era el verdadero culpable del hecho de sangre.
Sin embargo, ese no es un hecho aislado porque la contratación de criminales por parte de «empresarios choferiles» para asesinar a «adversarios» se repite con frecuencia en Santiago, la región del Cibao y el país.