Abel Martínez ha hecho un uso eficiente y riguroso de los recursos económicos en la Alcaldía de Santiago.
Desde que cortó de raíz y llevó a la justicia un intento de corrupción al inicio de su gestión, ha sido eficaz en transparencia.
¿Lo van a dañar al final de sus ocho años como alcalde?
En estos días hay señales e informaciones que preocupan sobre el manejo efectivo de los recursos económicos del Ayuntamiento.
Hizo muy bien la Dirección de Contrataciones Públicas al rechazar la solicitud de una licitación de emergencia para un contrato de mil 600 millones de pesos para la recogida de basura.
¿Cuál emergencia tiene Santiago para hacer una solicitud de esa naturaleza?
Sin dudas, esa extraña jugada de la Alcaldía crea dudas en relación al uso transparente de los recursos del cabildo.
Como Abel es candidato presidencial del PLD, está obligado a ser estricto, exigente y usar al máximo su autoridad, si es que quiere salir de la Alcaldía sin cuestionamientos.
A final de una gestión municipal, los pagos a los contratistas (viejos y nuevos) ameritan de un absoluto control para evitar el tráfico de influencia y los manejos turbios.
Y si hay algún contratista de recogida de basura que, a su vez, es impuesto como candidato a una posición municipal, el peligro es mayor.
Aunque tiene poco tiempo porque recorre el país como candidato presidencial, creo que Abel Martínez no debe descuidar un segundo la recta final de su administración municipal.
El peligro asecha y si confía ciegamente se va, como otros, bien sucio.