REVOLTILLO
Monchy, cómo entender tu muerte?
Las interrogantes son muchas. Las mentes atormentadas son inmensas, las almas afligidas son incontables. Cómo cuestionar al creador de la vida y el universo frente a la muerte de un ser que se nos arranca de improviso, en cuestión de minutos y del que tanta gente agradecía su sencillez, su gratitud y solidaridad? Cómo sencillamente aceptar la partida de Monchy si su agenda estaba repleta de tareas por hacer? Cómo convencernos de que sea justa la muerte, si apenas completaba desafíos para alcanzar nuevas metas académicas para servir más y con mejor desempeño? Cómo entenderlo si la vida brotaba a plenitud, al igual que su energía e ímpetu para salir cada día tras nuevos pasos en procura de materializar nuevos propósitos? Cómo asimilar ahora que simplemente ya no está, si el alma se torna nublada en tantas gente que deberá descubrir cómo ponerse de pie, cómo evitar que muera su legado, cómo caminar con valentía y vencer la bruma en medio de una ruta cargada de penas e incertidumbres? Todas y todos dejan oír su lamento ¿Caramba, mi Dios, cómo entenderlo?
Las últimas horas de Monchy
Testimonios recogidos en fuentes confiables, de primera mano, hacen posible que podamos reconstruir las últimas horas de Monchy. Desde las 7:32 minutos de la noche, cuando conversó, vía telefónica, con una amiga en común y le narró que casi llegaba al acto de puesta en circulación del libro del presidente de su partido, Dr. Leonel Fernández, y que hasta esa hora, “no había tenido tiempo de comer absolutamente nada”. Llegó a la ceremonia cuando el salón estaba prácticamente repleto; debió tomar un asiento entre el público, pero uno de los organizadores se percató de su presencia, gestionó que se le habilitara un asiento en primera fila y, en lo inmediato, tomó el micrófono para pedirle a Monchy que pasara al lugar que se le ve ocupar en la fotografía que circula de esa actividad. Ahí aparece, sencillamente normal, aplaudiendo, siguiendo con atención la intervención del expresidente Leonel Fernández. Su presencia allí era tan solo la confirmación de sus convicciones, de sus preocupaciones de los últimos tiempos, de su apego a la institucionalidad frente a las tendencias divisionistas y suicidas que, según advertía en las arengas a sus tropas, amenazan seriamente a su partido. Tal vez presionado por el hambre confesada a vuestra amiga, abandonó en pocos minutos el salón una vez concluida la actividad, sin que alcanzara el tiempo para saludar y felicitar a Leonel, como se conoce eran sus intenciones. Antes de emprender el regreso a Santiago, ciudad donde permanecía desde hace varios días en un descanso tras la agotadora jornada que le representó el acto de su amigo Amarante Baret, el domingo anterior en la Gran Arena del Cibao, paró para comer y luego emprender el retorno a su Santiago preferido y querido.
La muerte, que no debió suceder, le arrancó la esperanza
El rumor público habla de una supuesta llamada que alguien le hiciera para recriminarle por su participación en el acto del Dr. Leonel Fernández. Nada confirma hasta el momento que realmente la conversación entre él y esa persona se diera. Pero lo cierto es que Monchy llegó molesto y prefirió no responder a las preguntas que se les hiciera al notar la incomodidad en su semblante: ¿Qué te pasa? Te sucedió algo? Se limitó a sentarse y encender el televisor que le quedaba en frente. Cansancio y sueño les vencieron. Cerca de dos horas después, se despierta y descubre entonces que sus dos brazos están adormecidos. Pidió que le llevaran al médico porque, además, dijo que sentías unos gases raros en su estómago y que había que salir rápido. Monchy no solo llega por sus propios pies a la emergencia de la clínica donde fallecería, sino que personalmente explicó en información lo que sentía y pidió que se le brindara atención médica cuanto antes. Testigos narran que no fue mucha la atención que se le pusiera y que, pese a su estado, se le puso a esperar hasta que convulsionó. Fue entonces cuando se procedió a practicarle un “impreciso electrocardiograma”, como publicara un compañero suyo, pariente y hermano de mil batallas, pero ya era tarde. En cuestión de minutos, en solo unos cuantos minutos, la muerte aprovechó la negligencia irresponsable para arrancarle la esperanza, esa esperanza con la que acudió al lugar confiado en que le preservarían la vida…
Se le recuerda como un militante de toda la vida
Aquellos que compartieron temprano con Monchy Rodríguez recuerdan su decidida militancia en las causas en pro de la democracia y las libertades públicas. El fervor de su trabajo tanto en el frente cultural y deportivo, desde el Club Luz y Progreso que fundara junto a otros jóvenes, como en las trincheras desde donde combatía con valor contra el régimen represivo y criminal del balaguerato. Para los años 70- ya militaba en el Movimiento Popular Dominicano, organización que representara como dirigente estudiantil del Frente Estudiantil Flavio Suero (Feflas), en el Liceo Ulises Francisco Espaillat. Pero Monchy, según coinciden muchos de los que compartieron con él esos años de fuerte laborantismo en favor de las más nobles causas de la Patria, al final no era un hombre exclusivo de ninguna de esas organizaciones en las que con fervor militó, ni siquiera del PLD, porque la simpatía política nunca lo limitó hasta negar su amistad a todos, sin importar las preferencias ni las diferencias partidarias e ideológicas. Monchy terminó trascendiendo las estrechas fronteras del MPD, el Feflas o PLD para convertirse en una persona sencillamente del pueblo. Su liderazgo, la simpatía sin banderas políticas que se granjeó en la gente de todos los niveles, clases sociales y partidos políticos, quedó demostrada ante su trágica muerte. Santiago fue ante su féretro para tributarle su aprecio incondicional. Paz eterna a su alma!