La limpieza, la autoridad y el orden son los puntos más luminosos de la Alcaldía de Abel Martínez.
Desde que empezó su gestión, en agosto del 2016, le impregnó su sello y su autoridad.
Impuso orden sin importar las críticas, me incluyo ahí, sobre sus actuaciones arbitrarias y, muchas veces, abusivas.
Es indudable que encontró un Santiago con altísimos niveles de arrabalización y desorden.
Desarrabalizó el Centro Histórico, expulsó a vendedores haitianos, recuperó espacios públicos y acabó con el desorden que significaba, en el centro de la ciudad, el mercado de Pueblo Nuevo.
En la Alcaldía de Santiago, Abel Martínez ha demostrado que es un político con coraje.
En limpieza, su administración ha logrado, hasta ahora, notas verdaderamente sobresalientes.
¿Por qué entonces el ligero descuido en la recogida de la basura en estos días?
No tengo datos precisos, pero percibo que en estos días cruciales de proselitismo electoral, la Alcaldía tiene problemas económicos.
El reciente rechazo de la Dirección de Contrataciones Públicas de una solicitud de licitación urgente por parte del Ayuntamiento para la recogida de los desechos sólidos, habría afectado económicamente el servicio de limpieza de la ciudad.
Se trata de un tremendo problema político para Abel Martínez y el PLD, porque ya sus adversarios están usando el tímido descuido en la recogida de la basura como arma electoral.
Casi ocho años de excelente labor, ahora se convierte, inesperadamente, en un problema peligroso para las intenciones de retener el control politico de la Alcaldía.
La limpieza es el «buque insignia» de la gestión de Abel