No tengo el honor de conocer a la distinguida vicepresidenta de la República.
Valoro, eso sí, la prudencia, ecuanimidad e inteligencia con que se maneja en el delicado alto cargo que ocupa.
Además, es indudable el incesante y eficiente trabajo que realiza desde el mismo 16 de agosto del año 2020.
En estos días se filtran informaciones sobre alegados movimientos que buscan que Raquel Peña sea candidata presidencial del PRM en el 2028.
Esos supuestos contactos en las alturas del poder se atribuyen a influyentes líderes empresariales de Santiago.
Tengo dudas de que esas iniciativas, de ser ciertas, puedan prosperar.
La única posibilidad sería que el presidente Luís Abinader no sea equilibrio en la competencia por la candidatura presidencial del PRM y apoye abiertamente a Raquel Peña.
Si el jefe de Estado se distancia de la neutralidad, entonces eso podría crear una situación conflictiva en el partido de gobierno.
En el 2019, Danilo Medina asumió la postura del militante sectario e impuso a Gonzalo Castillo como candidato del PLD y los resultados fueron desastrosos.
Abinader es el líder del PRM y si se inclina por uno de los presidenciales, el barco se podría hundir como ocurrió hace cinco años en el PLD.
Aún así, no descarto que el presidente de la República se meta de lleno en la competencia por la candidatura presidencial del PRM.
Raquel Peña no es una militante partidaria y sus contactos con la militancia del PRM han sido muy tímidos.
Si el presidente de la República la asumiera abiertamente, se percibiría como una imposición.
Por esas y otras razones, observo muy difícil lo de doña Raquel.