Por: Luis Córdova
YouTube traiciona la memoria: ya no es lo creímos haber escuchado ni tampoco lo que nos dijeron haber contado. La tecnología trae a los personajes históricos a la cotidianidad, como si estuvieran entre nosotros. Suelo pasar horas haciendo correr videos: me divierto, conozco más un pasado reciente pero intenso y voy reconociendo mi propia identidad ciudadana.
De ese modo uno siente cerca a personalidades determinantes de la vida nacional y, cuando llegan fechas de recordación, por ejemplo de sus muertes, no deja de sorprendernos. Esto me pasó con Peña, de quien confieso, nunca fui su seguidor.
A 24 años de su partida física, Peña Gómez, el aglutinador de masas, encuentra su espectro político, por lo menos bifurcado: dos partidos y hasta sus propios hijos en parcelas diferentes y con diferentes interpretaciones de su “legado”.
A 24 años de marcharse con la parca, Peña Gómez, el redentor de los pobres y marginados, encuentra a su imagen colgada como un decorado más en confortables oficinas, bien lejos del calor y las demandas que una vez fueron clamores y hoy son bullicios sordos de una base calificada de inconforme.
A 24 años Peña Gómez, el líder que se erigió sobre el discurso Antireeleccionista, es conmemorado con vítores y compromisos de “seguir a caballo”, porque del discurso al recurso existe un trecho infinitesimal y sus dos partidos, los que tratan de recordarlo se han convertido en un amasijo de intereses de seguir en el poder, poseídos por el mismo vicio que el líder histórico combatió.
A 24 años Peña Gómez, el que parece vivo en los videos diciendo con claridad su pensamiento, ese Peña, lamentablemente, parece estar más muerto que nunca.
