El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) nació en 1973 bajo el liderazgo del Profesor Juan Bosch, una figura marcada por la ética, la intelectualidad y una visión profundamente humanista. Su carácter firme y principios inquebrantables forjaron las bases de un partido que, durante décadas, sería protagonista de los grandes cambios políticos, económicos y sociales del país.
Bosch, celoso guardián de la integridad institucional, no toleraba actos de indelicadeza dentro del PLD. Por eso, se rodeó de personas con alta formación académica y profesional, como Leonel Fernández, Danilo Medina, Euclides Gutiérrez Félix, Felucho Jiménez, así como reconocidos rectores universitarios. Su objetivo era construir una organización política sólida y comprometida con el desarrollo de la nación.
Con el paso del tiempo y debido a su avanzada edad, Juan Bosch entendió que no le sería posible alcanzar la presidencia. Sin embargo, lejos de ser un líder apegado al poder, preparó a su partido para continuar sin él. Fue como esos empresarios visionarios que forman a sus hijos para que el legado no muera con ellos. Gracias a esa visión, el PLD gobernó por más de 20 años: 12 con Leonel Fernández y 8 con Danilo Medina. Durante ese periodo, el país fue testigo de importantes transformaciones estructurales: obras de infraestructura, acueductos, inversión en educación, construcción de escuelas, universidades y más.
Errores Internos que Erosionaron la Fortaleza del PLD
Pero no todo fue virtud. Con el tiempo, el PLD comenzó a mostrar grietas internas que lo alejaron del espíritu boschista. Uno de los mayores errores fue el grupismo: divisiones dentro de la cúpula dirigencial, que generaron competencias políticas, económicas y sociales destructivas.
Juan Bosch siempre cuestionó esa práctica. Sin embargo, se volvió común ver dirigentes saltar de un grupo a otro según quien estuviera en el poder: apoyaban a Leonel cuando era presidente y luego a Danilo cuando asumió el mando, traicionando convicciones por conveniencia.
Este fenómeno debilitó la cohesión interna del partido y provocó otro gran fallo: la imposición de candidatos. Muchos aspirantes que trabajaban arduamente para fortalecer el partido eran desplazados brutalmente si no respondían a los intereses de la cúpula. En lugar de ofrecerles una salida digna o una posición alternativa, se les marginaba, tachándolos incluso de traidores. Esta forma de actuar fue minando la moral de la militancia y dañando el liderazgo emergente.
Con el tiempo, el nepotismo político también se hizo presente. Comenzaron a postularse los hijos, familiares o allegados de los dirigentes de la cúpula, relegando a jóvenes con verdadero talento, compromiso y preparación. Así, se perdieron grandes oportunidades para renovar el liderazgo con figuras realmente capaces.
El Quiebre Irreversible: La División de 2020
La división del PLD en 2020 marcó un antes y un después. Los dos grandes líderes del partido, Leonel Fernández y Danilo Medina, terminaron enfrentados en lo que muchos consideran la mayor fractura política de la historia reciente. Ambos líderes contaban con trayectoria, experiencia y conocimiento del pueblo, pero no lograron ponerse de acuerdo.
A juicio de muchos, incluido quien escribe estas líneas y fue testigo directo como parte del equipo de Danilo Medina, el error fundamental fue impedir que Leonel Fernández fuera el candidato presidencial de 2020. En su momento, hicimos hasta lo imposible para evitar su nominación, pero la historia nos demostró que no era la mejor decisión.
A pesar de estar en el poder y contar con todos los recursos, el candidato oficialista Gonzalo Castillo apenas logró igualar en apoyo a Fernández, quien ya había sido desplazado. Era evidente que Leonel tenía mayor preparación y aceptación. Pero la cultura de imposición se impuso, y con ella, la fragmentación.
El que se oponía a esa línea era tachado de traidor. Como dijo Domingo Perón: “La política es un arte voluntario. Tú estás si quieres estar, y te vas cuando lo decides”. Sin embargo, dentro del PLD, el costo de disentir era alto. Muchos sacrificaron familia, negocios y estabilidad personal por un proyecto político que luego los excluyó.
Conclusión: Renovar desde Adentro para Volver a Ser Relevantes
Antes de hablar de alianzas externas, el PLD debe mirar hacia adentro. Si aspira a recuperar su credibilidad, debe erradicar prácticas nocivas como el nepotismo y el grupismo. La cúpula debe dejar de actuar como una élite aislada y empezar a construir puentes con su base militante, reconociendo méritos, talentos y trayectorias, no apellidos ni lealtades oportunistas.
Hoy más que nunca, el PLD necesita volver a su esencia: la ética, la disciplina y la meritocracia que predicaba Juan Bosch. Solo así podrá renacer como la gran fuerza política que alguna vez hizo un buen trabajo por la República Dominicana.