Es Duarte o Danilo?
En una sociedad subdesarrollada, amante empedernida del morbo, los gallos, la loto, la bachata, la lotería diaria, la telenovela, el palé y el lavagallos, donde la política opositora se limita a aprovechar cualquier coyuntura, cualquier vaina que afecte al que está gobernando para soltar un tituá mediático, a nadie puede extrañar que se nos arme un brete brete con que si es Danilo o Duarte el busto aquel. Tiene que ser un solemne cretino el artista que se atreviera a cometer la osadía de alterar los rasgos físicos del patricio Juan Pablo Duarte, sustituirlos por los del presidente Danilo Medina y desarrollar un busto dizque de Duarte, pero que tiene “los buches”, “el bigote” y hasta “los lentes”, como sazona el morbo político, de Danilo. Y que haya hecho semejante bellaquería disque para beneficiar al hombre del palacio. No me joda Magino!
Lo que a mi enseñaron fue que “el que la debe la paga”
A veces como que el cerebro le funciona un poco a uno y entonces comienza a darse cuenta que, en una sociedad profundamente injusta e irremediablemente desigual, las reglas de juego siempre son diseñadas a la medida de los intereses de aquellos que son sus dueños y señores. Por eso es común que a cualquier desarrapado que tuvo la suerte de conseguir un prestamito con un banco cualquiera, o se metió en una tarjeta de crédito de 40 pesos y, sin proponérselo, se atrasó con un par de pagos, de inmediato le tienden una presión despiada que no le permite ni siquiera respirar y si no busca los cheles en el plazo que le dan, entonces le quitan hasta el trapito que lleva puesto. Con 21 de las 32 empresas de zona franca a cuyos dueños el presidente Leonel Fernández, en un noble gesto de solidaridad para evitar que se fueran a pique, les prestó 32 millones de dólares hace ya 11 años, no se ha procedido como suele hacerse con el que nada tiene y nada vale. Es indignante que, habiéndose recuperados por completo, esos zonafranqueros rehúsen honrar su compromiso como si se trata de dinero de su propiedad y peor, que no se les haya quitado bienes con valores proporcionales a lo que deben, ni mucho menos se les haya enviado a las cárceles por malapagas. Ay si fueran descamisados!
Tantos regidores para qué?
Que vaina, es verdad que a veces el cerebro como que medio se le prende a uno y entonces eso hace que entendamos mejor ciertas cosas, pero en ocasiones como que se tranca otra vez y no hay forma de que entienda nada. Eso me está pasando con el tema este de tantos diputados, senadores y regidores que tenemos en este país sin que tengamos claro de que nos sirve eso. En la provincia en la que habito yo puedo decir que el senador tanto sube a las alfombras de seda como baja al lodo en Gyn y tenis, siempre dispuesto a intermediar en busca de las soluciones posibles. Y que por igual contamos con uno que otros diputados, pero se me rompe la cabeza tratando de entender qué diablo hacemos en Santiago con más de 40 “concejales” que en su mayoría, salvo algunas excepciones, no maneja el más simple de los perfiles del tipo de ciudad que nos merecemos para estos tiempos, que no suelen oler el grajo de los que en su demarcación votaron por ellos y que tampoco tienen la más mínima idea del compromiso contraído con el barrio y con el municipio. A cambio de qué tienen los munícipes que sacar de sus costillas 210 mil pesos mensuales para cada uno de estos sujetos que solo saben cobrar y amolar el cuchillo cada vez que hay la oportunidad de picar? Es verdad carajo que la democracia es una caricatura pintada por payasos!
Otra cigüita como la de Maduro
No es que me esté pasando ahora como a Nicolás Maduro, el presidente de Venezuela, pero de verdad que ayer se me volvió a acercar una cigüita, de esas que poco a poco han invadido el patio de mi casa donde cada mañana van a picar, y parece que esta también se enteró que soy periodista, lo que aprovechó para increparme de forma enérgica y curiosa. Me preguntó en torno ruidoso sobre el caso Odebrecht, entre otros candentes tópicos, y que si es verdad que en el periodismo dominicano hay de todo. Le pregunté que cómo así, que qué insinuaba, y me gritó de forma estridente al oído: “Dicen que la lista de periodistas “bajiadas y bajiados” con el caso Odebrecht es más grande que la de los políticos, que hay mujeres que llegan a lo alto a base de la flexibilidad de sus faldas; historia de “personalidades” que llegaron tras calentar sábanas de amantes del mismo sexo; algunos que depositan sus cerebros en la mesa del director, moralistas que ladran y descalifican a otros por que trabajan en el gobierno, sin percatarse de que sirven a grupos mafiosos con mucho poder y que operan como carteles; inmorales que hacen hediendo al periodismo, simuladores que trafican con su verbo y pluma, intrusos frustrados que fracasaron en otros oficios…” La cosa es que no tuve más remedio que, dos horas tarde, arrancar para un otorrino a chequearme el odio, porque esa bendita cigüita me dejó sordito…