Por: Luis Córdova
¿Puede un país salvarse sin tener memoria?
¿Qué tanto se aparta el historiógrafo de su pasión para contar la historia?
¿Qué tanto sabe el ciudadano de los eventos, relativamente recientes, del pasado su pueblo?
Han pasado cincuenta años de un 12 de enero que se hizo eterno por la hazaña de Los Palmeros.
En la intolerancia oficializada que vivimos, solo prevalece una versión de la historia, no hay espacio para más.
La instrumentación del hecho histórico ha dado pie a un mutismo pasmoso, castrante.
Hay que tener los mismos enemigos: la cuadra de los buenos y la cuadra los malos, una batalla en la que solo gana la desmemoria.
De tanto correr la rosca se ha llega a esto: media centuria conviviendo con el olvido.