Asumir como determinante ganar los comicios municipales para, tres meses después, obtener la victoria electoral en las presidenciales, es un gran riesgo.
No hay dudas de la importancia de triunfar en las municipales por el impacto positivo que tendría para las presidenciales y congresuales.
Sin embargo, aparenta un exceso político dar como un hecho que «el que gana las municipales, triunfará en las presidenciales».
En el 2020, ciertamente el PRM ganó la mayoría de las alcaldías y luego obtuvo la victoria en las presidenciales y congresuales. Lo mismo ocurrió con el PRD en 1998 y 2000.
Empero, en el 2002 el PRD en el poder (hoy PRM) obtuvo 29 senadores y dos años después, en el 2004, Hipólito Mejía fue barrido en las urnas buscando la reelección.
¿Cómo se explica que en 1996 el PLD ganara la presidencial con apenas un senador y, en el 2004, regresó al poder con tres o cuatro senadores? Sin dudas, la coyuntura política.
A diferencia de la elección presidencial, una de las graves debilidades de las municipales es la altísima abstención porque la población se interesa muy poco por los comicios locales.
Cada proceso electoral es una realidad y una coyuntura diferente.