Las campañas electorales, sin importar la posición a que se aspire, son exageradamente caras, una especie de barril sin fondos.
Hoy día hasta para aspirar a una regiduría hay que disponer de sumas millonarias.
El dinero es un factor determinante para que aspirantes a cargos electivos, en plazas políticas como Santiago, se manejen con prudencia.
Como una campaña electoral larga incrementa significativamente los gastos económicos, es razonable que los políticos actúen con timidez en la etapa actual.
Falta un año para las elecciones municipales y hay tiempo suficiente para una intensa y exitosa labor proselitista de movilización de masas.
En la actual coyuntura, una inteligente estrategia de comunicación debería ser lo esencial para los aspirantes municipales y congresuales.
En realidad, la mayoría de dirigentes que aspiran a la Alcaldía y Senaduría de Santiago actualmente hace hincapié, correctamente, en proyección mediática.
Pésima promoción mediática en la mayoría de los casos, pero es lo que deben hacer ahora.