Por la experiencia del triunfo del 2020, se pensó que en el PRM existía una comprensión cabal de la importancia decisiva de las alianzas electorales.
Sin embargo, los resabios de dirigentes en Tamboril y otros municipios ponen de manifiesto un absoluto desconocimiento de la relevancia de los pactos electorales.
Si revisaran la votación obtenida por el partido de gobierno en el 2020 y los aportes de los aliados, se llevarían una tremenda sorpresa.
Olvidan, además, que el PRM sacó un 52.52 por ciento con su marcha verde, el hartazgo de la población con el PLD, unidad opositora en el Senado, indignación por suspensión elecciones municipales, impacto de la división del partido morado, apoyo de sectores fácticos y hasta de Estados Unidos.
¿En el 2024 el PRM tendrá esos factores a su favor? Aparenta que no, aunque le beneficia ampliamente la actual división de la oposición.
Lo que sí tendrá el PRM en el 2024 es a la oposición encima acusándolo incesantemente del alto costo de la vida, la inflación, inseguridad ciudadana, préstamos, entre otros problemas.
El PRM necesita, más que otros, una gran alianza con partidos de oposición e intensificar sus esfuerzos para intentar ganar en primera vuelta.
Si la rebelión que encabeza el exalcalde Francisco Álvarez, en Tamboril, colocando una pequeña Alcaldía por encima del interés esencial que sería ganar las presidenciales, se extiende por todo el país, al PRM le iría muy mal.
Esos resabios internos podrían enterrar la posibilidad de la alianza que necesita el PRM para ganar en el 24.